Pájaro + Hendrik Röver & Los Míticos GT’s: Diferentes acentos, un mismo lenguaje

Pájaro + Hendrik Röver & Los Míticos GT’s: Diferentes acentos, un mismo lenguaje

Fotos: Lore Mentxakatorre

Que la obra de un creador nace marcada irremediablemente por su contexto personal-geográfico es tan irrebatible como que también lo está por toda una suma de influencias universales. Por eso mismo dos maneras, tanto en forma como en fondo, aparentemente distintas de entender el rock, y el espectáculo que le acompaña, como la de Pájaro y la de Hendrik Röver son capaces de reunirse, convivir y mostrarse complementarias en un mismo espacio gracias a ese vocabulario común que ambos manejan a la perfección.

A pesar de que el guitarrista andaluz, de nombre Andrés Herrera, ya pisó el mismo escenario del Satélite T hace poco más de un par de meses para presentar su espléndido nuevo disco «He matado al ángel«, eso no había saciado las ganas de volver a encontrarse con él y con el no menos brillante con las seis cuerdas Raúl Fernández. Ambos se bastan y sobran para desarrollar ese particular y heterodoxo cruce de caminos estilísticos del que se nutren, esta vez expresado bajo un tono algo más intimista, sin dejar de lado la locuacidad y desparpajo, probablemente influido por la diferencia de horarios (la anterior ocasión fue en la franja matinal) y por formar parte de un doble cartel.

El inicio de la actuación con ‘Las criaturas II’, y ese toque jazz-swing tan embriagador, ya plasmó lo que sería la continua presencia de su compadre Silvio, uno de los muchos nombres con los que ha trabajado a lo largo de su carrera. No menos importante fue el marcado peso instrumental por el que optaron durante toda la noche,  aspecto que como es lógico tomó su mayor esplendor por medio de instrumentales como ‘Esperanza’ o la adaptación bluesera de la ‘Danza del fuego’ de Manuel de Falla, a la que encadenaron ‘Misirlou‘, el conocido tema de Dick Dale aquí aflamencada para la ocasión con gusto medido y elegancia.

Alternando temas de ambos trabajos, y que encontraron ambientación común como la surgida entre  ‘Luces Rojas‘ y ‘Sagrario y Sacramento’, ambas ubicadas en esas zonas oscuras, terrenales la primera metafisicas la segunda, nos fueron acercando hasta una recta final donde de nuevo, y esta vez definitivamente, la figura de Silvio Melgarejo se materializó en toda su magnitud al interpretar ‘Perché‘ o sus caracteristicas adaptaciones del rock and roll clásico como o ‘Tres pasos al cielo‘ o ‘Rezaré‘. Así se posó este pájaro que vuela libre, bajo los bandazos de diferentes aires para observar esa Andalucía bohemia.

Hendrik Röver & Los Míticos GT’s
Hendrik Röver & Los Míticos GT’s (Fotografía: Lore Mentxakatorre)

Poco después llegó el momento de Hendrik Röver y sus Míticos GT’s, lo que se transluce en la compañía de Toño López y Goyo Chiquito, provenientes de los Chicktones, a la batería y el contrabajo. Con una forma más lacónica, aunque afable, y más alineados entorno al sonido clásico de raíces americanas, las canciones del cántabro se han convertido en todo un ejemplo de solvencia y talento a la hora de personalizar ese tipo de aromas musicales manteniendo toda su tradición. El rock, el hillbilly, el honky tonk…. son algunos de los elementos esgrimidos por un trío capaz de desarrollarlos en su  vertiente eléctrica,  ya sea en forma trotona (‘Loco de atar‘), bajo la emotividad de ‘La astilla nunca cae (lejos del árbol)‘ o con socarronería (‘Cien por cien‘), como por medio de esas historias cotidianas preñadas de melancolía en las que Hendrik es un auténtico experto (‘Déjalo‘ o ‘Casa abandonada‘).

Jalonado como siempre con alguna muestra de verbo ácido, ya sea para lanzar un dardo envenenado a las bandas tributo o para su ya habitual reivindicación del castellano como motor idóneo para este tipo de ambientes, hubo espacio también para las versiones, por ejemplo la rotunda ‘Howard Johnson’s Got His Ho-Jo Working‘ de sus admirados NRBQ, e incluso para algún atinado instrumental (‘Ninflo Boogie‘). Toda esa capacidad sonora, no por ya habitual menos reseñable, puso el punto y final con ‘Uh, Las vegas‘. Suponía también el cierre a una noche espléndida, que escenificó como nunca esa dicotomía Norte-Sur pero que a su vez evaporó cualquier frontera en pro de un lenguaje musical universal y común a pesar de los diferentes acentos de cada cual.

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