Este próximo viernes 11 de octubre recala en Bilbao la que está considerada por crítica y publico como una de las bandas del momento. Nos referimos a Alcalá Norte, una banda madrileña que en poco tiempo y con solamente un disco en el mercado han alborotado la escena musical estatal. Una particular propuesta post punk y unas letras con mensajes que no dejan indiferente a nadie. De la noche a la mañana se ven inmersos en una gira con más de cuarenta fechas y que les trae este fin de semana a la sala Stage Live (21:00 horas – entradas agotadas). Álvaro Rivas, voz de la banda, nos responde a unas preguntas para conocer un poco más de este proyecto.
Foto portada: Pablo Garrido.
“La banda madrileña ha provocado una nueva explosión en la escena indie-rock nacional desde el lanzamiento de su alabado primer álbum homónimo”. ¿Cómo os sentís con titulares como este?
Sentimos alegría, claro, no contábamos con una recepción así. Hemos sentido el interés de los periodistas, de la industria discográfica y de los promotores y ahora en las salas estamos viendo que la gente también se anima a venir a vernos. Pero nuestro plan es el mismo desde el comienzo: primero, una gira por salas de tamaño pequeño y medio. Después, nuestro primer verano de festivales (más allá de los regalitos que nos llevamos en el verano que acaba de terminar). Después, visitar las ciudades donde no conseguimos llegar en este otoño y repetir allí donde notemos más ganas. Y entonces, otro álbum.
Parece que habéis llegado por arte de magia y, sin embargo, ya lleváis unos cuantos años peleando en Madrid por hacer que vuestros temas lleguen a más gente. Ha habido tiempo para cambios en la banda e incluso con una pandemia por medio.
La pelea por darnos a conocer empezó en la primavera de 2023. Antes de eso, llevábamos dos años tocando por Madrid, con unas maquetas roñosas publicadas, pero apenas nos preocupábamos más que por convencer a todos nuestros amigos y amigas para que viniesen a los conciertos que organizábamos cada tres o cuatro meses. La verdadera pelea de los primeros años consistía en subsistir como banda, en no perder la ilusión y remediar las malas decisiones que habíamos ido tomando.
Sin duda, el esfuerzo ha merecido la pena. Vuestro primer disco ha entrado en la lista de los mejores del año, no paráis de actuar en conciertos en los que la entradas se agotan. ¿Cómo os hace sentir esto?
Pocas bandas reciben el golpe de suerte en el primer álbum. Esto es indiscutiblemente bueno, claro, pues ha tornado nuestro proyecto sostenible. Nos sentimos afortunados. Y también nos pone las pilas: tenemos que dejar de ser una banda amateur a marchas forzadas. Ahora mismo orientamos nuestros esfuerzos a este cometido. Es nuestra primera gira, pero tenemos que sonar como si fuera la quinta. Por otro lado, ya no tenemos dieciocho años; dar este salto profesionalizante implica hacer elecciones dolorosas y dejar inacabados o aplazados proyectos vitales que no tienen nada que ver con el rock. Todo nos ha pillado de improvisto y nos toca decidir con celeridad. Tener ahora estos dilemas demuestra nuestra ingenuidad y lo poco que nos esperábamos el petardazo.
Os comparan con bandas como The Cure o Parálisis Permanente, entre otras, … ¿Pesa la responsabilidad?
No, caramba, como mucho pesa el miedo a que alguien denuncie el plagio. La responsabilidad que sentimos tiene más que ver con las bandas que no logran el éxito. Sabemos lo difícil que es ser aupado por la industria y los medios hasta la posición en la que estamos ahora. Nuestro proyecto ha crecido en paralelo a muchas otras bandas que están deseosas de tener una sola de las decenas de oportunidades que tenemos ahora nosotros. Nuestra responsabilidad reside en explotar todas esas oportunidades y llevar nuestra apuesta hasta el final. No podemos olvidar nunca lo afortunados que somos. Y, sobre todo, tenemos que entender que lo que se nos ha brindado es la oportunidad de trabajar más, sencillamente en mejores condiciones. Lucharemos contra el conformismo, la autocomplacencia apresurada y el embotamiento.
A veces las comparaciones resultan odiosas y más cuando vuestra etiqueta es muy personal. ¿Cómo os definís vosotros?
Nos vale lo de postpunk, pero también encaja aquello de ser indies, pues curramos con Balaunka, que es un sello independiente, de Arrasate, y nuestro disco está editado a medias entre ellos y nosotros. En definitiva, hacemos rock n roll y es una suerte que exista esa etiqueta tan amplia para explicar no solo nuestros sonidos sino también la manera en la que nos comportamos sobre el escenario y en nuestra comunicación con las gentes.
Algo que hay que destacar de este disco son las letras. Podéis hablar de un Power Ranger, del rey de los judíos, … temas filosóficos, pobres y ricos, … ¿Desde dónde surgen?
A veces son puras chorradas, chascarrillos entre amigos, las que dan origen a nuestras canciones. El Power Ranger es un buen ejemplo. Otras veces nacen de un pasaje de un libro o de una historia que llega a nuestros oídos y despierta nuestra curiosidad. Lo ideal es que sea la propia lírica la que se imponga y que, desde dos o tres palabras que se nos presentan, notemos que ha nacido una canción. Después siempre habrá tiempo para completar la canción recurriendo a cualesquiera materiales de estudio.
“La vida cañón” ha sido el tema que os ha catapultado. ¿Cuál es la historia de esta canción.
Este es un ejemplo de la lírica gobernando sobre nosotros. Barbosa encontró en Internet un artículo de prensa del siglo pasado en el que un vecino del barrio de Lavapiés, Madrid, afirmaba que, si le tocase la lotería, se daría “una vida cañón”. La frase me gustó y, usando otras de las declaraciones de aquel vecino, armé la mitad de la canción, que luego completé acudiendo a referentes contemporáneos. Barbosa compró luego en Todocolección un ejemplar original de la revista de donde surgió la idea de la canción y lo guarda con celo.
En algunas entrevistas destacáis que sois un grupo muy heterogéneo. ¿Qué aporta eso al grupo?
Barbosa lo ha explicado con agudeza en alguna ocasión, así que voy a hacer uso de sus palabras. Si, en una banda, todos tienen muy claro que quieren hacer un tipo de música muy concreto, parecerse a tal o cual grupo existente, es muy posible que el resultado tenga poca o ninguna gracia. En nuestro caso, aunque en una canción apuntemos a influencias concretas, no son influencias que todos compartamos, sino que a lo sumo son influencias toleradas. Cada miembro las hace suyas a su manera y añade, inconsciente o incluso subrepticiamente, detalles que escapan a la influencia primaria que habíamos pensado para la canción. El resultado es forzosamente más rico.
Tenéis por delante un gira en la que hay más de cuarenta fechas. ¿Cómo la habéis planteado?
Hemos ido dejando que la propia realidad se imponga. Al principio, creíamos que esta gira sería compatible con otros trabajos. A medida que tachamos las fechas en el calendario, hemos visto que compaginarlo solo es posible a cambio de quemarnos física y mentalmente. Algunos de nosotros ya estamos liberados de toda responsabilidad profesional externa a la banda y esto nos va a hacer mejorar enormemente. No solo estaremos más frescos a la hora de tocar, sino que se liberan muchísimas horas que pueden dedicarse a mejorar el espectáculo y crear cosas nuevas. Nuestra suerte es que la parte logística y operativa está en manos de nuestro manager y la gente de Mauka, agencia hermana de Balaunka con quien también trabajamos.
¿Cómo animaríais a la gente para que vaya a veros a Bilbao?
En Bilbao está todo vendido, así que tan solo esperamos que ese día no se levanten con pereza los que ya tienen la entrada. Pero ojalá haya algún otro que tenga ahora interés por vernos. Para ellos se me ocurre animarlos a venir a Iruña el 27 de diciembre o Gasteiz, el día 17 de enero. En todas estas fechas compartiremos vino con los asistentes e invocaremos desde el escenario a diversas deidades mediterráneas que, si todo transcurre según lo previsto, harán acto de presencia.