Concert for Shangri-La

Concert for Shangri-La

El bajista Jokin Salaverria vuelve a reunir a un excepcional plantel de músicos vascos en la segunda edición del homenaje al concierto por Bangladesh de George Harrison

Un sonriente Jokin Salaverria nos invita a adentrarnos en “la dimensión sitar”, haciendo las veces del Beatle y maestro de ceremonias George Harrison en aquel mítico concierto por Bangladesh de 1971. La segunda recreación a gran escala de este homenaje tiene lugar en la sala Santana 27 de Bilbao, y mantiene el carácter benéfico de su predecesor, pues la recaudación de las entradas se destinará a la asociación contra el cáncer infantil La Cuadri del Hospi.

El bajista pide silencio al público, “sólo serán 15 minutos”, de tal modo que podamos apreciar la riqueza de la música tradicional india. ¿Hay algo más revolucionario que pedir silencio en un concierto hoy día? En sintonía con el propio Harrison, quien introdujo la música de la tierra de Ravi Shankar como “más seria que la nuestra”, el músico Gorka Huarte alude a la unión de diferentes mundos y culturas. Acompañado de Ander Cisneros a los bongos, lo de la “dimensión sitar” adquiere un sentido pleno y sus melodías místicas nos llevan a un trance que invita al entendimiento y la reflexión. (La magia se rompe pronto, cuando un grupo detrás de mí charla sobre lo que cuesta dejar de fumar –cada uno reflexiona sobre sus propios asuntos, tampoco vamos a ponernos estupendos-. De repente, siento unas ganas irrefrenables de fumar).

En el lateral izquierdo del escenario, aguardan unos treinta músicos, amigos e invitados sorpresa. La cosa promete y el espectáculo comienza con una coral ‘Wah Wah’. Una quincena de artistas despliega armonía y buen rollo, liderados por el guitarrista Daniel Merino. Entre otros, le acompañan Gonzalo Portugal y Álvaro Segovia a las guitarras, Natxo Beltrán y Lázaro Anasagasti (batería), Alex Blasco (Hammond), Diego LasHeras (piano), así como Gorka Carralero, Fernando Gerrikagoitia y Guillermo García (vientos).

El primer invitado, Alfredo Niharra (AKA Lee Perk), es el encargado de interpretar una ensoñadora ‘My Sweet Lord’. El espíritu del peace & love va calando entre los presentes, que corean alegres cada hallelujah. Alguien del público sentencia: “¡Me río yo de los Guns N’ Roses!”. Touché. Lee Perk enlaza con una alentadora ‘Awaiting On You All’, con sus cambios de tempo que no contribuyen sino a generar aún más buen rollo. Por su parte, Saúl Santolaria, Sara Iñiguez (Rubia) e Inés Goñi repiten como coristas de lujo, y conquistan con su brillante versión de ‘That’s The Way God Planned It’. Vozarrones soul en estado de gracia.

Sabios consejos de suaves melodías con ‘It Don’t Come Easy’ (con Saúl Santolaria) y ‘Beware of Darkness’ (Jokin Salaverria). Un apabullante Gonzalo Portugal (Last Fair Deal) clava la lúcida melancolía que encierra ‘While My Guitar Gently Weeps’, la cual remata con un solo de guitarra interminable que nos deja a todos sin palabras (incluso a los que charlaban sobre tabaco en pleno éxtasis sitar).

En un homenaje del homenaje, Miguel Moral (Highlights) recuerda a Leon Rusell (¡maldito 2016!) con un eléctrico ‘Jumpin’ Jack Flash’ y su interludio de blues socarrón ‘Youngblood’.

Fin de la primera parte sin mucho tiempo para despistarse. Llega el bloque más acústico de la mano de Txomin Guzmán y Pit Idoyaga (The Fakeband) y Josu Aguinaga (Smile), con himnos como ‘Here Comes The Sun’ y ‘Just Like A Woman’. Más agradables sorpresas con el veterano Iñaki Uranga, quien interpretó ‘Mr. Tambourine Man’ y la popera y vitalista ‘What Is Life’ junto a Rubia (en los bises). El peso del bloque Bob Dylan no podía recaer sino en el juglar noctívago e irreverente Iñigo Coppel, quien ofreció un bolo sublime en el Shake en el Día de los Inocentes -brutales sus letras jocosas e hirientes a partes iguales, así como sus tangos, que empiezan rozando lo anecdótico para terminar calándote hondo. Coppel puso la armónica fundamental en ‘Blowin’ In The Wind’ y ayudó a las cuerdas en una bluesera ‘It Takes A Lot To Laugh, It Takes A Train To Cry’. Mención especial merece su versión canalla de ‘A Hard Rain’s Gonna Fall’, con ese timbre de voz que evoca una herida que no acaba de cicatrizar y que resulta extrañamente agradable.

Regresa el tropel para arropar a los dylanianos, esta vez con Iñigo L. Agudo al frente. Introducida por Salaverria como “una de las canciones más bonitas del mundo”, el líder de Quaoar interpreta ‘Something’. Todos coincidimos en corear con energía “I don’t know!!”. En pleno auge llega ‘Bangladesh’, un temazo con el que Agudo se desata –melena al viento- para concluir con un oportuno “¡Paz y amor!”.

Esta magnífica velada entre amigos que comparten talento y buen gusto ofrece como guiños finales ‘Give Me Love (Give Me Peace On Earth)’, ‘All Things Must Pass’ y un bis final con ‘Wah Wah’, con toda la familia al completo (hace falta una amplia panorámica para captarles a todos).

No se me ocurre mejor despedida para un año aciago en lo musical (y en lo demás), en el que mucho ídolos cayeron para convertirse en mitos. Buena música y excepcionales artistas, unidos por una buena causa, ¿qué más se puede pedir? Un homenaje a Bangladesh que nos lleva, aunque sea durante un par de horas, a Shangri-La.

Fotos/videos: Amaia Santana

 

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