The Reverendos: “White Trash on a Long Black Train” (Autoeditado)

The Reverendos: “White Trash on a Long Black Train” (Autoeditado)

Los siempre geniales y deslenguados Ilegales cantaban hace casi tres décadas instando a dejar de joder la música a lo negros. Sin ninguna duda, tal diatriba nunca podría ir dirigida a la banda The Reverendos, que, pese a también hacer mención en el explícito título de su nuevo disco (“White Trash on a Long Black Train”) a esa intromisión entre razas, han demostrado sobradamente que lo suyo se trata de una respetuosa y ejemplar asunción de géneros clásicos estadounidenses destacable a su vez por la capacidad para plasmar sobre sus normas tradicionales una interpretación dotada de originalidad y calidad.

Cumplidos los veinte años de existencia, el combo vizcaíno vuelve a alterar su configuración recuperando el formato cuarteto, añadiendo así a esa curiosa disposición basada en batería, voz – teclado y guitarra – tareas desempeñadas por Javi Caballero, Igor García y Álvaro Martínez respectivamente – la figura de Pedro Larrauri al contrabajo, musculando más así la estructura instrumental. Si la reformulación del conjunto puede parecer un detalle complementario y hasta inocuo, la verdadera relevancia del hecho queda demostrada desde el primer contacto con el EP, manifestado en el homónimo tema inaugural, un rockabilly que cabalga desencadenado en buena medida gracias a la aportación de ese comentado apuntalamiento del esqueleto rítmico.

Además, en él quedará ya expuesta la que supone la clave de este, reducido en cuanto extensión, solo seis canciones, trabajo: la adopción de un ambiente mucho más descarnado y sucio donde acomodar todas esas influencias que han ido acumulando a lo largo de los años.

De hecho, si no fuera porque sabemos que la grabación ha tenido lugar en los estudios cántabros Guitar Town, propriedad del ubicuo Hendrik Röver, perfectamente podríamos emplazarla en un club humeante de la Norteamérica profunda, hogar idóneo por otro lado para el tono de voz que dirige este proyecto.

Tratarse de un disco constituido por media docena de composiciones dificulta a priori saciar el apetito del oyente, pero por el contrario facilita, como así es, alcanzar un resultado compacto y cohesionado, y eso pese a poseer una notable – pese a lo reducido de su duración – gama estilística, algo que no lastra la consecución de un claro carácter identificativo. Así, la sucesión de piezas irá demostrando que todos los ingredientes con los que cuenta la banda se han adaptado con precisión y naturalidad a esa orgánica crudeza. No hay por lo tanto ningún atisbo de fisura en un desarrollo que se desplaza con extremada solvencia desde un “Cryin’ and Howlin’”, donde se expresan como si Howlin’ Wolf se pusiera a liderar los Black Keys más negroides, hasta el ritmo clásico a lo Stray Cats de “Astrobilly Boogie”. La misma destreza se vislumbra en el instrumental alimentado de surf-psychobilly “Le Circus”, el rhythm and blues sugerente de “I Feel Alright” o descubriendo una faceta más intima y misteriosa en “How Many Years”, por la que parecen pasear desprejuiciados a The Doors y The Animals. La conjunción de todos esos elementos, sumado a su perfecta utilización en manos de The Reverendos, consagra al ahora cuarteto en una añeja jukebox cargada de todos esos sonidos que nos gustan pero interpretados sin ningún atisbo de nostalgia ni con intención de transformarlos en un insípido homenaje.

Lo suyo es un arte personal pero clásico, elegante pero rudo; virtudes difíciles de compaginar y que en su caso, y más todavía en el de este ardiente EP, se convierten en el salvoconducto para situarles como una de esas fascinantes miradas musicales que demuestran que la mejor admiración por los maestros se plasma, por encima de todo, siendo uno mismo.

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