El pasado viernes nos reunimos un buen número de personas para presenciar el concierto gratuito de Grande Days e Izaro.
El cuarteto donostiarra Grande Days fueron los encargados de abrir la noche, era la segunda ocasión que los veía, ya me gustaron la primera vez y me reafirmaron lo que vi, así que habrá una tercera seguro.
Uno a uno fueron cayendo los temas de su EP ‘Spark’ en el mismo orden que en el disco, temas con un gran peso instrumental, cambios de intensidades, sonidos atmosféricos algo experimentales, con incluso uso de pedales loop como en la versión extendida que se marcaron de su tema ‘Cold’, a decir verdad no sé si eran dos temas unidos, pero tuvo una duración cercana a los 17 minutos.
Me da la sensación de que Grande Days son una banda que no se imponen restricciones a la hora de componer y eso hace que su rock sea un rock sin límites. La mayoría somos afines a poner límites, fronteras y etiquetas a la música, no nos gusta en exceso lo que se sale de nuestros esquemas, pero para escuchar música hay que abrir la mente, no solo los oídos, y esta clase de grupos te obligan a hacer precisamente eso.
Hay que resaltar que la mayoría de la gente que allí se encontraba, yo incluido, fuimos para ver a Izaro, y si tuviese que apostar diría que a muchos les dejó bastante frío el concierto de estos chicos, también debido a la gran diferencia entre los estilos musicales de ambas formaciones. No fue para nada mi caso como ya digo, me parecieron geniales y los disfruté todo lo que pude.
Yo creo que si te gustan bandas como Toundra, Sigur Ros, Deerhunter, Don Caballero e incluso me atrevería a decir Arcade Fire, deberías darles una oportunidad. Como ya digo, simplemente se limitaron a tocar, cosa que se les da estupendamente. Hay veces que no hace falta nada más, o no debería hacer falta nada más. Tocar y sonar bien, ¿Dónde hay que firmar?
Después de los minutillos de rigor, llegó el turno de Izaro, la cantautora de Mallabia que lleva casi 50 conciertos desde que presentó su disco debut ‘Om’ en el Kafe Antzokia de Bilbao, ha sonado en la radio, ha girado por todo el estado, ha colaborado con multitud de artistas y todo parece indicar que su techo aún está muy lejos de ser alcanzado.
Antes del concierto había un miedo razonable a que el público hablase en demasía, ya que se trataba de un concierto con música sosegada y con entrada libre, combinación peligrosa siempre, pero el público se portó estupendamente, creo que molestamos más los que sacamos fotos por el ruido del obturador que la multitud allí reunida.
Como es habitual Izaro no estaba sola, le acompañaba su magnífica banda con Iker Lauroba a la guitarra y al teclado, Oriol Flores a la batería y Julen Barandiaran “Txiki” al bajo, que finalmente sustituye a Ane Bastida (Hesian, Amor de Tokyo, Lauroba) la cual le había sustituido a él anteriormente. Vaya lío, ¿eh?
El concierto comenzó con la balada ‘Argia’, tema que habla sobre el amor, prácticamente todas las letras de Izaro giran entorno al amor, amor por la vida, (des)amor de pareja, amor de amistad, amor a una ciudad, si tuviese que definir sus letras con 5 palabras serían: amor, noche, vida, ojos y bailar que son las palabras que más se repiten en sus letras. Uno de los temas que se sale un poco de ese “monotema” del amor puede ser ‘Koilarak’, mi tema favorito, y el segundo de la noche de ayer.
Le siguieron ‘Honey’, ‘La vi’ (con la ya popular colaboración del público en el ‘Charararara, Chururururu’), ‘Zangalatraba’, ‘Astelehenak’,‘Noviembre’, con un gran piano, y continuaron con ‘Paradise’ a la que le dieron una vuelta llevándola a terrenos de jazz latino o algo por el estilo. En la siguiente canción, ‘Bizitzak’, Izaro se quedó sola en el escenario, y demostró que solo le bastan dos acordes de guitarra y su maravillosa voz para embelesar al público, es algo impresionante.
Continuó, con banda de nuevo, con el tema ‘Serendipity’ dedicada a California donde Izaro residió durante unos meses antes de grabar el disco. Tras repasar a ritmo de xilófono los lugares favoritos donde la cantautora había estado, llegó el turno de ‘Tu Escala de Grises’ otro tema basado en dos acordes de guitarra y que es su tema más escuchado en Spotify, lo que demuestra por enésima vez que lo simple gusta más que lo complejo.
Ya llegando a la recta final sonó ‘Eider’ un himno a la amistad, y en el que todos cantamos ese ‘Y volar y lograr’. Luego un tema desconocido, cuasi instrumental, el más afín a sus compañeros de velada, y que parecía que ponía punto y final a su actuación. Parecía, pero no fue así, hicieron el truco de viejos rockeros de irse 2 minutos para volver, algo que siempre he odiado, es más, hizo que alguno se asomase a la puerta de salida, por suerte salieron los cuatro de nuevo para terminar con un tema a capela cantado por todos ellos, para despedirse finalmente con la marchosa ‘Zingirak’.
Tengo que admitir que profeso una gran admiración por todo lo que ha conseguido Izaro hasta el momento, tiene una voz estupenda, afinada en casi todo momento, con giros y melismas muy bonitos e interpreta sus temas de forma magistral, me recuerda a artistas como Russian Red, Regina Spektor, Jain, Dolores O’Riordan, etc. No sé hasta dónde llegará, pero hacía tiempo que no veía una explosión de semejante calibre en Euskal Herria, a ver si pronto la vemos en su hábitat natural que para mí es en un teatro, y no en un BBK Live. Por suerte para los que opinamos así, se ha confirmado su presencia en el Teatro Arriaga presentando lo que será su nuevo disco, pero habrá que esperar hasta el 8 de Marzo de 2018, mientras tanto seguiremos disfrutando del camino que aún le queda por recorrer a ‘Om’.
Y ya veis, unos conciertos diferentes musicalmente hablando, donde la complejidad y la simplicidad se dieron la mano y ambas salieron victoriosas.
